La resección de un tumor cerebral hemorrágico, especialmente en casos de sarcomas, implica un alto riesgo intraoperatorio. Estos tumores presentan gran fragilidad vascular, predisponiendo a hemorragias masivas que pueden ocasionar inestabilidad hemodinámica severa. Durante la cirugía, el sangrado extenso compromete la visualización y exige maniobras microquirúrgicas de control. Además, la necesidad de múltiples transfusiones puede generar coagulopatía del politransfundido, complicando aún más el manejo. Estas situaciones requieren un equipo experimentado, técnicas avanzadas de hemostasia y monitoreo continuo para preservar la vida del paciente y reducir las secuelas neurológicas.
